Una historia del libro judío: la cultura judía argentina a través de sus editores, libreros, traductores, imprentas y bibliotecas / Alejandro Dujovne

Este libro integra la colección Metamorfosis, dirigida por Carlos Altamirano, conformada por investigaciones pertenecientes a las Ciencias Humanas y Sociales, abocadas a objetos poco explorados o que proponen herramientas conceptuales novedosas. Escrito por Alejandro Dujovne, constituye el resultado de su investigación doctoral en Ciencias Sociales y se erige como culminación de una línea de preocupaciones e intereses del autor sobre la cultura judía y la edición. Aunque el título pueda prestarse a confusiones, el trabajo no busca reconstruir la “cultura judía en Argentina” sino específicamente su desarrollo en el espacio urbano porteño, un fenómeno que dialoga y está condicionado, antes bien, por centros de la cultura internacional que por otras provincias del interior argentino.

Su principal objeto de estudio es el mundo del libro judío en Buenos Aires, mundo integrado por diferentes ámbitos y agentes fundamentales en toda historia de la edición (imprentas y bibliotecas, libreros y editores, etc.) y que se encuentra construido partiendo de la importancia de la dimensión transnacional y los contactos en la forja de la cultura. De manera complementaria, subyace a este análisis una comprensión del mundo de la edición como necesariamente dinámico y configurado en la circulación, mediación e intercambio. En este sentido, el trabajo se inscribe, en primer lugar, en una línea de estudios sociales sobre el libro y la edición entre los que se incluye a Robert Darton, Don MacKenzie y Roger Chartier y, en segundo lugar, en los trabajos que vinculan dos dimensiones centrales a su análisis, lengua y nación, tales como los realizados por Pascale Casanova, Franco Moretti, Anne-Marie Thiesse, Joseph Jurt, Johan Heilbron y Gisèle Sapiro. Al mismo tiempo, en el plano local, este estudio es un testimonio directo de la expansión que en los últimos años han tenido los estudios sobre el libro y la edición. Esto se manifestó, por un lado, en el desarrollo de trabajos como los de José Luis de Diego, Gustavo Sorá, Alejandro Eujanian y Horacio Tarcus y, por el otro, en la creación de programas, centros de investigación y revistas especialmente dedicados al libro y la edición, ya no como capítulos anexos de investigaciones sobre literatura, sino como una esfera de estudios autónoma.

La principal hipótesis que guía el trabajo es que la experiencia judía moderna es inseparable del libro. Esto implica que para comprenderla hay que pensarla dentro de este mundo social de la edición y ligada a geografías de producción y circulación específicas. Estas dos variables, mundo social y geografías de la edición, son puestas en análisis en el caso porteño, cuyas singularidades – tales como ciertas políticas estatales, un catolicismo hegemónico, un idioma diferente y determinada distancia de otros centros de producción cultural judía – establecen los contornos específicos de la reconstrucción y relato de esta Historia del Libro Judío.

El autor parte de considerar que los principios organizativos de producción y circulación de libros judíos en Buenos Aires sólo pueden ser comprendidos inscribiendo su análisis en una geografía transnacional; esto implica, a su vez, reconocer la existencia de centros y periferias en el mundo de la cultura impresa (es decir, polos de creatividad y polos de acatamiento y producción). En esta lógica, Dujovne sitúa a Buenos Aires en un entramado muy específico, configurado por la creación, publicación y circulación de libros judíos, y conformado por metrópolis como Tel Aviv, Vilna, Varsovia o Nueva York. Así, el libro ilustra la historicidad de los vínculos establecidos entre los diferentes centros, sus cambiantes funciones y jerarquías. De este modo, se establece que Buenos Aires cumplía un rol generalmente periférico, especialmente en términos de polo creativo, y excepcionalmente central en relación a la producción (en términos estrictamente materiales) y publicación de obras extranjeras. Esto se hace visible en el análisis que el autor realiza en el capítulo dos acerca de la publicación de libros en lengua ídish. Allí queda explicitado cómo desde un comienzo la posición de Buenos Aires en este mapa estuvo estructuralmente condicionada por los cambios acontecidos en la geografía transnacional de edición en lengua ídish: específicamente, a raíz de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, y las consecuencias que estos procesos tuvieron en el escenario europeo. Vale aclarar que las publicaciones eran libros creados en los principales centros judíos como Vilna y Varsovia, y que la capital porteña publicó y difundió escasamente su propia literatura ídish. La contraparte de esta realidad no es la ausencia de creatividad en Buenos Aires, sino la existencia de canales alternativos de circulación como las autopublicaciones o publicaciones independientes. Este tipo de señalamientos por parte del autor permiten visualizar con detenimiento las dinámicas propias de una construcción transnacional de la cultura, donde la mirada está puesta y la acción condicionada en pos de su integración a una geografía transnacional. Aunque genere cierta tensión entre su origen internacional y su pertenencia local, una de las premisas es, justamente, indicar que tal tensión fue una condición de posibilidad para el acontecer de una historia del libro judío en Buenos Aires.

Así, constituyendo un capítulo más en la vasta historia de la palabra impresa, este trabajo presenta dos singularidades: está centrado en una cultura vinculada de manera especial al libro (se señala, por ejemplo, la importancia de la Torá como factor de unión tras la Diáspora) y busca reconstruir el fenómeno a través de diferentes aristas (espacios, sujetos, roles) involucradas en la producción y circulación de libros judíos en Buenos Aires, en lugar de privilegiar la mirada sobre una de ellas en especial. Los siete capítulos que componen la obra reflejan está voluntad de alcanzar una explicación más cabal del objeto. Por ello, se combinan temporalidades, geografías y escalas de análisis diferentes: a lo largo del libro recorremos la historia de larga duración del libro judío (cap. 1) y el análisis de un evento como el “Mes del Libro Judío” (cap.7); un análisis que contempla los centros de edición transnacionales y la reconstrucción de imprentas, librerías y bibliotecas porteñas (cap. 6), como también la ponderación de un colectivo y el estudio de la trayectoria de individuos (cap. 5).

Para finalizar, el trabajo nos demuestra que la presencia y el consumo de los libros judíos excedía a los valores literarios de las obras y que se inscribía, por el contrario, en un complejo mundo en el que individuos, lazos sociales, intercambios transnacionales, equilibrios geográficos y coordenadas urbanas definían la posibilidad de su existencia, sus límites y alcances. Como el título señala, ésta pretende ser una historia del libro judío, incluyendo así la posibilidad de que el fenómeno se reconstruya desde otras perspectivas y anulando toda intención de presentarse como un análisis agotado del objeto. En este sentido, queda pendiente un episodio sobre la recepción de libros judíos en Buenos Aires, algo que, aunque complejo y siempre difícil de reconstruir, resulta de gran interés. No obstante ello, tras recorrer el libro entramos en contacto, en diferentes niveles de profundidad, con variadas caras del fenómeno: formas de circulación y jerarquías de producción, trayectorias individuales y catálogos, acontecimientos y procesos, espacios, instituciones y asociaciones. Aquí puede ponderarse, positivamente, la complejidad de reponer un mundo social con huellas dispersas, y la labor del autor para acercarnos, lo más cabalmente posible, a un episodio de la cultura judía en Buenos Aires.

Paulina Iglesias – Lic. en Historia, Programa de Historia y Antropología de la Cultura, Instituto de Antropología de Córdoba, CONICET-UNC. Córdoba, Argentina. E-mail: pulaiglesias@gmail.com.


DUJOVNE, Alejandro. Una historia del libro judío: la cultura judía argentina a través de sus editores, libreros, traductores, imprentas y bibliotecas. Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores, 2014. 304p. Resenha de: IGLESIAS, Paulina. Transnacionalidade e contatos culturais em uma história de edição: o livro judaico em Buenos Aires. Outros Tempos, São Luís, v.13, n.21, p.281-284, 2016. Acessar publicação original. [IF].

 

A Companhia de Jesus na Índia (1542-1622): actividades religiosas, poderes e contactos culturais – MANSO (HU)

MANSO, M. de D.B. A Companhia de Jesus na Índia (1542-1622): actividades religiosas, poderes e contactos culturais. Macau: Universidade de Macau e Universidade de Évora, 2009. 274 p. Resenha de: AMANTINO, Marcia. A Companhia de Jesus na Índia (1542-1622): atividades religiosas, poderes e contactos culturais. História Unisinos 15(3):466-467, Setembro/Dezembro 2011.

O livro A Companhia de Jesus na Índia (1542-1622): actividades religiosas, poderes e contactos culturais, da professora Maria de Deus Beites Manso, é uma importante contribuição aos estudos que buscam entender os diferentes papéis desempenhados pelos jesuítas em áreas variadas do vasto império colonial português. A proposta da autora é analisar o que representou a chegada dos padres da Companhia de Jesus no Oriente em 1542 a partir dos trabalhos apostólicos de Francisco Xavier e identificar como agiram para conviver com grupos sociais tão heterogêneos como os encontrados na região. Sua análise restringe-se até as primeiras décadas do século XVII, momento da criação da Propaganda Fide e do envio de missionários não mais por Lisboa, mas sim pelas Missões estrangeiras de Paris.

A obra apresenta ao longo de sete capítulos os avanços e recuos nas relações entre os religiosos da Companhia de Jesus, as autoridades coloniais, as outras ordens religiosas e as diferentes etnias que formavam a complexa sociedade que ocupava a região conhecida hoje como Índia. Resultado de antigas e sucessivas invasões e migrações, a sociedade local apresentava-se pluriétnica com inúmeras religiões e suas variantes, mas com claro predomínio do hinduísmo e do islamismo. Além destas características religiosas e, em função delas, assistia-se também a variadas organizações políticas e econômicas. Os jesuítas e mesmo o poder político português tiveram que se adaptar, negociar e, em muitos casos, guerrear para conseguir impor suas determinações. E mesmo assim, nem sempre conseguiram. De qualquer forma, a associação entre os interesses portugueses e missionários era clara e se confundia. Um dependia do outro para permanecer nas regiões abordadas. Poder religioso e poder temporal se mesclavam, criando situações onde o papel dos jesuítas, à frente das populações que visavam catequizar, às vezes não ficava muito claro.

Na realidade, segundo a autora, a presença portuguesa e, consequentemente, jesuítica na região ficou restrita basicamente a Goa e a Malabar. O jesuíta Francisco Xavier chegou a Goa em 1542. Três anos depois, fundava o Colégio Jesuítico de São Paulo e, a partir daí, assistiu-se a uma disseminação destes religiosos pelo território. O primeiro colégio em Malabar foi fundado em 1560. As duas regiões apresentavam condições bastante diversas para o trabalho dos jesuítas. Na primeira, ainda que com dificuldades variadas, conseguiram criar uma cidade cristã com diversos colégios e residências que tinham como objetivo também preparar novos religiosos que fossem capazes de continuar a missão catequética. Em Malabar, a situação era outra. Tratava-se de uma área de intensos contatos e convívios com populações variadas, dominada por membros ligados ao islamismo e ao hinduísmo que dificultaram ao máximo e chegaram mesmo, em alguns momentos, a impedir o trabalho catequético dos inacianos.

É importante destacar que a autora aponta para o fato de que os inacianos não foram a primeira ordem a chegar a esta região do Oriente. Antes deles, os franciscanos já estavam presentes, mas, devido ao tipo de preparação que possuíam, poucos avanços haviam conseguido com as populações locais. Os jesuítas chegaram com o apoio total do rei D. João III certos de que conseguiriam avançar a colonização e o cristianismo nestas paragens. Entretanto, também sofreram muitas derrotas e não conseguiram, com exceção de Goa, implantar efetivamente uma sociedade cristã modelar na região. De acordo com Maria de Deus Manso, muitos se convertiam apenas para garantir a sobrevivência ou ainda ter uma chance de sair do intricado e impeditivo sistema de castas.

Complicando ainda mais esta complexidade étnica e cultural, havia também os cristãos de São Tomé. Estes seguiam o cristianismo com alguns dogmas modificados. A tarefa dos religiosos de Santo Inácio era convencê-los a abandonar estas variantes consideradas heréticas e adotar a verdadeira religião. Pouco ou nenhum avanço conseguiram, e, através do Sínodo de Diampaer, ocorrido em 1599, os cristãos de São Tomé foram considerados heréticos.

De qualquer forma, a vida dos jesuítas na Província da Índia não foi nada fácil. A autora argumenta que estes religiosos tiveram que lidar com quatro realidades sociais e políticas claras que pautavam as missões no Oriente: havia aquelas voltadas apenas para atender às necessidades espirituais de populações ocidentais e cristãs; havia missões que buscavam catequizar populações locais nos territórios controlados pelos portugueses; as que pretendiam evangelizar povos sob o contato direto dos islâmicos; e, por último, as missões que se destinavam a evangelizar as populações precisando para isto se adaptar aos valores locais devido à força destes grupos.

Os jesuítas utilizaram inúmeras formas de atrair as populações locais para a cristandade. Negociaram, cederam, adaptaram seus dogmas e também guerrearam quando preciso. Usaram o poder econômico que possuíam para promover festas suntuosas que se aproximavam do que as populações conheciam como “festividades religiosas”. Com estas festas, procuravam demonstrar serem poderosos, generosos e capazes de auxiliar a população mais pobre. Como resultado, conseguiram converter uns poucos membros das elites e alguns mais das categorias sociais mais baixas. Além destes, as mulheres pobres também foram um grupo onde os padres conseguiram avançar um pouco mais em função de sua situação social inferior no sistema de castas.

A partir do início do século XVII, momento também caracterizado por uma grave crise econômica, começaram ou se intensificaram radicalmente as reclamações contra os jesuítas e o poder econômico da ordem. Se, por um lado, este crescimento econômico alcançado pelos religiosos contribuiu para aumentar o prestígio e, consequentemente, atrair seguidores, por outro, deixou-os vulneráveis às reclamações de seus contrários, inclusive, de outros religiosos. Desde que chegaram ao Oriente, houve “uma sistemática apropriação e transferência das rendas e terrenos dos ‘pagodes’ para os colégios e residências dos jesuítas com evidentes implicações nas estruturas das sociedades locais”. Com a chegada de novas ordens religiosas não ligadas à Coroa portuguesa, aumentaram as disputas religiosas locais, e os jesuítas foram, em alguns casos, acusados de serem os responsáveis pelo pouco avanço na conversão e também pela queda dos arrecadamentos enviados a Portugal.

A autora finaliza sua obra lembrando que o sistema de conversão usado pelos jesuítas ao longo do período estudado não pode ser visto de maneira uniforme. Foram vários métodos utilizados e variadas abordagens utilizadas por cada um dos religiosos à frente da conversão. Acima de tudo, condicionando ainda mais os rumos da catequese, havia o indivíduo ou o grupo social o qual estavam tentando converter. De qualquer maneira, o que se pode perceber é que, em nenhum momento, estas culturas, quer fossem hindus, islâmicas, cristãs de São Tomé ou de qualquer outra religião, foram identificadas pelos jesuítas como equiparáveis à sua e merecedoras de qualquer consideração. Caberia a eles eliminá-las, criando uma sociedade cristã modelar.

Marcia Amantino – Universidade Salgado de Oliveira Rua Marechal Deodoro, 211, Centro. 24030-060, Niterói, RJ, Brasil.