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Il controllo del pallone. I cattolici/i comunisti e il calcio in Italia (1943-anni Settanta) | Fabien Archambault
Fabien Archambault, professore associato all’Université de Limoges, è da oramai molti anni un riconosciuto specialista di storia dello sport: i suoi interessi hanno spaziato dalla storia della pallacanestro1 a quella del calcio2. Appare finalmente, a dieci anni esatti dalla pubblicazione in lingua francese3, la versione italiana del libro tratto dalla tesi di dottorato, sostenuta nel 2007 presso l’Université Pierre Mendès France di Grenoble sotto la direzione di Éric Vial. Il volume di Archambault, operando un’analisi al confine fra la storia dello sport e la storia politica (un connubio che – come rimarca lo stesso autore – non può che portare a un reciproco arricchimento delle discipline), mostra nel dettaglio le strategie messe in opera dalle associazioni emanazione del mondo cattolico (CSI, Centro Sportivo Italiano) e comunista (UISP, Unione Italiana Sport Popolare). La ricerca condotta dall’autore è volta a indagare le strategie di «[…] inquadramento politico, di radicamento sociale e di costruzione del consenso, elaborate e dirette dalla Chiesa, dalla Democrazia cristiana e dal Partito comunista italiano in un arco di tempo che va dalla caduta del fascismo alla fine degli anni Sessanta»4. Punto di partenza delle considerazioni sviluppate da Archambault è che lo sport nazionale italiano sia divenuto tale attraverso una attenta politica di promozione della disciplina sviluppata anzitutto dal fascismo e, dopo il secondo conflitto mondiale, dalle principali forze politiche repubblicane, la DC e il PCI. È il collateralismo, ossia «il funzionamento di tutta una galassia di organizzazioni che nel mondo delle associazioni che fanno capo a un determinato partito politico»5, a caratterizzare la pratica calcistica di massa. «Alla fine degli anni Cinquanta» nota l’autore «il calcio è divenuto lo sport nazionale, nel senso dello sport più praticato, perché la Chiesa ne ha fatto uno dei vettori della sua presenza e del suo intervento nella sfera pubblica»6. Il calcio diviene – a partire dall’immediato dopoguerra – uno degli strumenti attraverso cui si cerca di portare avanti due idee di società radicalmente differenti: i cattolici lo faranno approfittando del radicamento sul territorio italiano delle parrocchie, sui cui terreni gli italiani troveranno lo spazio per giocare il «calcio da oratorio»; il Partito comunista, che mostrerà almeno inizialmente una propensione a promuovere il ciclismo, darà vita a un’organizzazione realmente concorrenziale con il CSI, benché solo in alcune regioni, l’Emilia Romagna e la Toscana. È proprio il differente assetto della contesa nei diversi contesti regionali ad emergere con forza nel corso dell’analisi: l’Italia non fu in questo senso omogenea e una vera disputa per la gestione del calcio fra CSI e UISP ebbe infatti luogo quasi solamente nelle “regioni rosse”. La capillarità della presenza cattolica – grazie agli oratori e all’efficace azione della GIAC (Gioventù Italiana di Azione Cattolica) – e il successo nella gestione della pratica sportiva, nota l’autore, è reso evidente dal radicamento dell’espressione «calcio d’oratorio» rispetto al corrispettivo «calcio popolare». Il calcio veniva del resto promosso da entrambi gli schieramenti con finalità e interpretazioni del gioco differenti: se da una parte ne veniva messo in luce il ruolo di «mezzo per favorire eventuali slanci spirituali […] propedeutico alla formazione religiosa» oltre che «occasione per promuovere un ordine sociale cristiano»7, dall’altra se ne esaltava lo spirito combattivo, utile a evocare una dimensione di lotta8 e la necessità di promuoverne la dimensione amatoriale. Proprio allo sviluppo del «calcio d’oratorio» e del «calcio popolare» sono dedicati i primi due capitoli de Il controllo del pallone: in queste pagine ci si trova di fronte a una vasta messe di dati, accompagnati da tabelle e mappe che – grazie alla rappresentazione grafica – aiutano la comprensione del fenomeno. Leia Mais
Althusser y Sacristán. Itinerarios de dos comunistas críticos | Juan Dal Maso e Ariel Petruccelli
Althusser y Sacristán. Itinerario de dos comunistas críticos es un estudio profundo que constituye una recuperación justa y a la vez crítica de la obra de ambos intelectuales. Justa porque recupera la obra de un filósofo muy poco conocido como Manuel Sacristán, que ha tenido una elaboración muy lúcida y original en torno a problemas de interés y debate contemporáneo. También porque presenta una lectura alternativa a las canónicas sobre Althusser, que repara en su propia visión autocrítica de madurez y que no cae en el reduccionismo de limitar su pensamiento a la etapa “estructuralista”, o la visión que de él presenta E.P. Thompson en Miseria de la teoría. Por otro lado, es una recuperación crítica porque intenta leer las producciones de ambos autores en sus propios términos, encontrando sus nudos y contradicciones, las posibles soluciones que le quisieron dar a los problemas políticos de su tiempo y las lagunas que inherentemente todo pensamiento tiene. Desde esta perspectiva, la obra es tanto una muy buena introducción general al pensamiento de ambos autores como un aporte a la historia intelectual de los marxismos de la posguerra.
La obra está divida en tres apartados generales. El primero, “Las batallas de Althusser” y el segundo “El realismo revolucionario de Manuel Sacristán”, están dedicados a las trayectorias de ambos filósofos, sus obras e intervenciones políticas. Por último, “Teoría y praxis en dos filósofos marxistas de la segunda posguerra” aborda comparativamente algunos aspectos específicos de sus producciones intelectuales: la noción de ciencia en el marxismo, sus lecturas de Antonio Gramsci y las bases desde las cuales propusieron repensar el marxismo y la política de los PC en Europa. Leia Mais
La Rojeria. Esbozos biográficos de los comunistas mexicanos | Oscar de Pablo
Los trabajos orientados hacia elaboración de los estudios prosopográficos sobre la izquierda, y, en especial, sobre su sector comunista, merecen una bienvenida. Desde hace décadas existen tradiciones en este ámbito. Los investigadores conocen muy bien el Diccionario Biográfico del movimiento obrero francés escrito por Jean Maitron que luego fue la base para ampliarlo hacia varios volumentes del Diccionario Biográfico del movimiento obrero internacional. A su tiempo aparecieron obras valiosas de M. Drashkovitch y B. Lazitch, de J. Gotovic y M. Narinsky destinados a aclarecer esbozos de la vida de los militantes de la Internacional Comunista. Todos estos trabajos tuvieron una falla tremenda: las biografías latinoamericanas fueron presentados a cuentagotas lo que no debe sorprender dada la escasez de fuentes de archivo En gran medida este defecto fue corregido por varias ediciones del diccionario biográfico de la Comintern en América Latina elaborado por Víctor y Lazar Jeifets, sin embargo, este tampoco evitó una falla significativa: las biografías de personajes claves de izquierda que no tenían que ver con las actividades internacionales de tal o cual Partido Comunista, quedaron fuera del enfoque de los autores. Tarde o temprano la laguna historiográfica debería ser llenada. Ejemplos importantes de los estudios sobre el tema ya aparecieron en Argentina (el diccionario coordinado por H. Tarcus) y Guatemala (el diccionario elaborado por A. Taracena y L. Monteflores). Obviamente, no podría faltar México, el país donde se fundó la primera sección latinoamericana de la Comintern, aparecieron las dos primeras esctructuras continentales de la Internacional Comunista – el Bureau Latinoamericano de la III Internacional y la Agencia Panamericana, donde estuvo la sede del Comité Continental de la Liga Antimperialista de las Américas y de la Liga Nacional Campesina, tal vez, la más influyente asociación campesina en el hemisferio, en la década de los 1920s. México iba acoger a los Bureau del Caribe de la Comintern, del Socorro Rojo Internacional y de la Internacional de las Juventudes Comunistas, sin embargo, el giro ultraizquierdista del PCM, junto con las transformaciones profundas del regimen pos-revolucionario prevenieron esto. En los 1930s la izquierda tuvo nuevo auge, esta vez como fuerza aliada del gobierno nacionalista revolucionario de Lázaro Cárdenas, pero, en poco tiempo, el alza fue seguida por la baja y la marginalización de los comunistas dentro de los sindicatos, las purgas masivas dentro del PCM y su división en varios partidos de tendencia comunista. A lo largo de varias décadas, los comunistas no lograron restablecer su unidad y solamente en 1978 pudieron fundar el Partido Socialista Unificado de México. Al mismo tiempo, incluso divididos, los comunistas escribieron varias páginas gloriosas de su historia, como el movimiento ferrocarrillero de 1958-1959 y las protestas estudiantiles de finales de los 1960 e inicios de los 1970s. En 1989-1990 la izquierda comunista sumó sus esfuerzos a varios otros sectores dando inicio al Partido de la Revolución Democrática. La aparición del libro de O. de Pablo, en 2018, es muy simbólico, ya que coincide con el primer triunfo contundente de la izquierda en las elecciones presidenciales y legislativas en la historia de México. Leia Mais
Intelectuais partidos: os comunistas e as mídias no Brasil | Marco Roxo e Igor Sacramento
Os comunistas guardavam sonhos
Os comunistas! Os comunistas!
(…) Vida sem utopia
Não entendo que exista
Assim fala um comunista.
(Caetano Veloso, 2012)
Os sonhos e a utopia são traços formadores da identidade comunista, entendida aqui da forma mais simples, como a imagem que um grupo cria e projeta de si, levando a ele mesmo e aos demais a reconhecê-lo de tal maneira. O caráter onírico presente no ideário comunista mistura-se com o materialismo também típico dos seguidores do marxismo. Essa conjunção entre a crença num futuro justo e a consciência das condições materiais e históricas para se alcançá-lo nem sempre se dá de forma harmônica. Sua dissonância fica ainda mais aguda quando se trata de intelectuais comunistas, acossados entre a independência da atuação intelectual e a disciplina militante.
“Intelectuais partidos”, organizado por Marco Roxo e Igor Sacramento, traz em seu título as pistas para que se perceba que o dilema entre a liberdade criadora e a subordinação às diretrizes partidárias é um dos temas que perpassa os artigos reunidos nesta coletânea. Seu subtítulo, “Os comunistas e as mídias no Brasil”, avisa aos leitores que se trata de um tipo bem específico de intelectuais: aqueles comunistas partidos (também) entre a mídia conservadora e a militante; entre a mídia partidária e a tentativa de atuação massiva.
O tema se sobressai num momento em que já se passam dos 90 anos de fundação do primeiro partido comunista no país, o PCB2 , que, segundo Ferreira Gullar, “não se tornou o maior partido do ocidente, nem mesmo do Brasil. Mas quem contar a história de nosso povo e seus heróis tem que falar dele”. Não é no sentido de heroicizar seus feitos, contudo, que a coletânea se desenvolve. Ela busca dar vazão justamente a “outro lado” dos comunistas: a realização de diversas expressões artísticas, intelectuais e até profissionais, às vezes com o necessário pragmatismo para a sobrevivência econômica, em meio a crises de ordem política e estética.
A fragmentação que marca a trajetória do PCB chegou ao ponto máximo em 1992, quando se decidiu pela dissolução do partido – não aceita por parte de seus militantes – e criação do Partido Popular Socialista (PPS). Apesar disso e do enfraquecimento do poder de influência do PCB na política brasileira desde a ditadura militar até o surgimento do Partido dos Trabalhadores (PT), inicialmente como nova força aglutinadora das esquerdas, a inserção de militantes e de ideias comunistas na esfera cultural foi bastante relevante. Se as portas da política institucional estiveram fechadas durante a maior parte da história do Partidão, frestas e janelas receberam os ares de sua atuação cultural em momentos cruciais da história recente do país. Discutir como esse fenômeno se desenrolou é uma chave de interpretação que ajuda a compreender como um todo o livro “Intelectuais partidos”, nesse desafio de se escrever sobre uma obra composta por doze textos distintos, assinados por doze autores diversos.
Esses autores vêm de diferentes instituições de ensino e áreas do conhecimento, especialmente da História e da Comunicação. A coletânea se divide em três partes: 1) “Os intelectuais e as políticas culturais comunistas”; 2) “As mídias comunistas”; 3) “Os comunistas nas mídias”. Em sua primeira parte, o artigo que abre o livro situa o leitor, de forma mais geral, no terreno da cultura comunista. Assinado pelo historiador Muniz Gonçalves Ferreira, abrange um largo período histórico, iniciando-se no século XIX (para dar conta das bases da imprensa periódica comunista, feita por Marx e Engels) e chegando até o golpe de 1964, no Brasil.
Os demais textos da primeira parte trazem aspectos particulares da relação dos intelectuais com as políticas culturais comunistas: a historiadora Ana Paula Palamartchuk aborda os romances e romancistas da geração de 1930 e sua relação com o PCB. Na sequência, o jornalista e doutor em Comunicação Dênis de Moraes, dentro deste mesmo tema, trata especificamente do escritor Graciliano Ramos, no fio da navalha entre as exigências do realismo socialista para a produção cultural, consubstanciadas na política djanovista, e o desejo de liberdade de criação e de contestação. A primeira parte se encerra com um artigo que foca o período de 1964 a 1968, que corresponde à instalação e início do recrudescimento do regime militar. Assinado pelo historiador Marcos Napolitano, o texto tem um recorte temporal, mas não por expressão artística ou personagem histórico, tratando da resistência comunista à ditadura no campo cultural.
A segunda parte, “As mídias comunistas”, apresenta artigos que abordam aspectos específicos, principalmente, da imprensa partidária: sua relação com a formação de quadros; com o cotidiano e a cultura carioca; com a cultura popular, expressa através do futebol. Os artigos são assinados respectivamente pelos historiadores Marcelo Badaró Mattos, Jayme Lúcio Fernandes Ribeiro e Valéria Lima Guimarães. Apenas o último texto dessa parte não se refere à imprensa, mas ao mercado editorial. Com enfoque sobre a Revista Civilização Brasileira, o sociólogo Rodrigo Czajka dá uma importante contribuição para que se compreenda a atuação cultural da esquerda no período ditatorial e sua relação com o mercado de livros e revistas.
Os artigos da terceira parte, “Os comunistas nas mídias”, dividem-se de acordo com as expressões midiáticas: jornalismo; teatro; cinema; rádio e televisão. O primeiro, assinado pelo doutor em Comunicação Marco Roxo, aborda o trânsito de jornalistas comunistas entre os veículos conservadores e os partidários. No segundo, a historiadora Rosangela Patriota trata da dramaturgia feita por comunistas ou autores próximos ao Partidão, da década de 1930 ao golpe de 1964. O comunicólogo Arthur Autran é responsável pelo texto que trata da atuação dos cineastas comunistas de 1945 a 1981. O livro se encerra com o artigo do doutor em Comunicação Igor Sacramento sobre o trabalho de intelectuais comunistas no rádio e na televisão a partir da trajetória de Dias Gomes.
A coletânea busca dar conta de um aspecto pouco estudado dos comunistas no Brasil. Sua relação com a mídia, em geral, é abordada a partir da atuação deles em veículos partidários ou na mídia alternativa. (O primeiro caso ainda aparece em “Intelectuais partidos”, porém com recorte inovador.) Quando se trata da grande mídia, é mais comum que se trate de como ela retratou os comunistas, como é o caso do livro “O PCB e a imprensa: os comunistas no imaginário dos jornais (1922-1989)”, publicado por Bethania Mariani em 1998. A atuação dos comunistas nos veículos conservadores têm recebido pouca atenção das pesquisas, com exceção de alguns artigos e do livro “Depois da revolução, a televisão: cineastas de esquerda no jornalismo televisivo dos anos 1970”, de Igor Sacramento, um dos organizadores da coletânea.
Quando se trata de comunistas e mídia, o material mais encontrado refere-se à imprensa. “Intelectuais partidos” procurou fugir disso, abordando também o cinema, o teatro, a literatura, o rádio, a tevê e o mercado editorial. Contudo, um terço dos artigos ainda tratam de imprensa, um número grande se lembrarmos que há também os textos que não são recortados por linguagem ou veículo, porém um número que reflete a maior produção existente sobre o assunto. Uma lacuna é o papel dos publicitários comunistas, tema quase desconhecido, mas que é mencionado pela socióloga Maria Eduarda da Mota Rocha em seu livro “A nova retórica do capital: a publicidade brasileira em tempos neoliberais”.
Já o aspecto cultural da atuação comunista não apresenta exatamente uma novidade no universo das pesquisas brasileiras. Ainda assim, estão dispersas em livros, teses e artigos, por vezes sobre certas figuras intelectuais e artísticas, como Oduvaldo Vianna Filho, Graciliano Ramos ou Jorge Amado. Em outros casos, podem ser encontrados textos em coletâneas já consagradas e que tem temática mais geral, como em “História do marxismo no Brasil”. Nesse ano, foi lançada mais uma colaboração sobre cultura e comunismo: o livro “Comunistas brasileiros: cultura política e produção cultural” (organizado por Marcos Napolitano, Rodrigo Czajka e Rodrigo Patto Sá Motta).
Mesmo sendo alvo de mais publicações, a cultura comunista relacionada à mídia ainda está pouco presente em livros. Dos doze artigos de “Intelectuais partidos”, apenas quatro já tiveram seus temas ou temas correlatos publicados em livros individuais por seus respectivos autores (incluindo o de um dos organizadores, Igor Sacramento, já citado nesta resenha). Dessa forma, mesmo com suas lacunas – que sempre existirão em qualquer obra –, “Intelectuais partidos” é fundamental tanto para os que pretendem compreender o papel dos comunistas na esfera midiática e cultural quanto para a História da Comunicação no Brasil.
Nota
2 Em 1922, foi fundado o Partido Comunista do Brasil (PCB) e, em 1962, a organização mudou de nome para Partido Comunista Brasileiro, mantendo a mesma sigla.
Resenhista
Mônica Mourão – Doutoranda em Comunicação pela Universidade Federal Fluminense. Contato: monicamourao@gmail.com
Referências desta Resenha
ROXO, Marco; Sacramento, Igor (Orgs.). Intelectuais partidos: os comunistas e as mídias no Brasil. Rio de Janeiro: E-Papers, 2012. Resenha de: MOURÃO, Mônica. Entre o pão e a poesia: dilemas da atuação comunista nas mídias brasileiras. Revista Brasileira de História da Mídia. São Paulo, v.3, n.1, p.165-166, jan./jun. 2014. Acessar publicação original [DR]
Combatentes da Paz: os comunistas brasileiros e as campanhas pacifistas dos anos 1950 | Jayme F. Ribeiro
Parece claro a todos nós – como bem nos lembra E. Hobsbawn – que o olhar retrospectivo sobre os acontecimentos é a “arma final do historiador”. O distanciamento temporal dos fatos ocorridos permite-nos um entendimento dos mesmos sob uma perspectiva inalcançável à época em que ocorreram. E é exatamente este exercício que Jayme Ribeiro nos oferece em seu livro sobre a atuação dos comunistas brasileiros nas campanhas pacifistas dos anos 1950. Utilizando extensa pesquisa nos jornais comunistas (assim como nos da grande imprensa) e revistas – e uma boa base iconográfica – o pesquisador, professor e historiador carioca nos remete aos intensos anos 1950, em um momento solidamente marcado pelo recrudescimento da ameaça atômica e da possibilidade de destruição de toda a humanidade em uma guerra entre as superpotências. À sua maneira, os comunistas brasileiros se apropriaram desta conjuntura para lançar no país as bases de uma campanha que buscava mobilizar a militância – e a população de modo geral – em torno de uma suposta “crença no caráter pacifista da URSS”. Leia Mais
Raising Reds: The Young Pioneers, Radical Summer Camps, and Communist Political Culture in the United States – MISHLER (CSS)
MISHLER, Paul C. Raising Reds: The Young Pioneers, Radical Summer Camps, and Communist Political Culture in the United States. New York: Columbia University Press, 1999. 172p. Resenha de: GLASSFORD, Larry A. Canadian Social Studies, v.35, n.2, 2001.
The author of this intriguing, though sloppily edited, little book is a self-proclaimed radical parent, himself raised by parents who were intellectuals and radicals. His personal philosophy, he confides, is that the world is out there to be changed (x). His sympathy for the goals, if not always the means, of the American Communist activists described in this book is readily apparent.
Mishler’s analysis concentrates on the period from the early 1920s to the mid-1950s. This chronological era sandwiches a fifteen-year period of semi-respectability for the Communists in America, 1930 to 1945, between two decades of virulent Red Scare. His book provides a timely reminder that, during the depths of the Great Depression, and continuing through the anti-Fascist war years, the Communist Party was able to connect with significant aspects of mainstream American society and culture. During this time, Communists led labour unions, wrote leading articles for the popular press, and taught openly in universities. A combination of the Cold War, McCarthyism and working-class prosperity terminated this rapprochement between Marx and the Mayflower, though Mishler argues that much of their radical critique of capitalism resurfaced in the New Left protests of the Sixties and Seventies.
The central focus for Mishler, as it was for Communist parents in the first half of the 20th century, is the problem of how to educate children so that they would grow up to be radicals (25). The issue of which community institutions – the family, the school, the state, various voluntary organizations – are to be charged with the responsibility of socializing the next generation is an ongoing dilemma. At that time, most Communists were either immigrants or the children of immigrants. They understood the pressure on their own offspring to conform to the norms of the mainstream culture in this ‘New World’ society. Yet they rejected much of that society’s founding myths on ideological grounds. What to do? The answer was sought in after-school programs and summer camps built around the Marxist values of the parents, though these ideas were framed to be as compatible as possible with the more radical aspect of American liberalism.
Through the 1920s, the largest number of American Communists derived from the immigrant Jewish and Finnish communities. Parents and party organizers frequently clashed over the relative weight to be given to working-class solidarity, as opposed to ethnic heritage, in the curriculum of the out-of-school educational programs. By the 1930s, party thinking had relaxed somewhat, so that ethnicity was nurtured rather than shunned, even as the youth programs moved to adopt more of the trappings of the host culture, notably organized sports.
During the more strident period of party educational activity in the 1920s, parents had often been deliberately excluded from participation in the leadership of the main youth organization, the Young Pioneers. In fact, the children were sometimes taught to undermine the authority of their own parents, particularly authoritarian fathers, as a metaphor for and precursor to the coming revolutionary victory of the working class over the bourgeoisie. Mere analysis of the injustices in society was deemed insufficient. The young students were inspired by their adult leaders to take direct political action in support of their causes. This included skipping regular school attendance to take part in public rallies, demonstrations and strikes.
In the end, the institutionalized extra-school education of young Communists in America collapsed. The threats and enticements of mainstream society prevailed over a determined but tiny minority. Here and there, however, a few residual survivors – sometimes dubbed Red Diaper Babies – surface to remind Americans of an overlooked element of their past. This book and its author provide one such example.
Larry A. Glassford – University of Windsor.
[IF]