Construir Valparaíso: Tecnología/ municipalidad y estado/ 1820-1920 | Samuel J. Martland

El desarrollo urbano de una ciudad está estrechamente vinculado a las características geográficas del territorio que ocupa, pero también a la manera como se organizan sus gobernantes y a las herramientas tecnológicas de las que disponen sus habitantes. El libro de Samuel J. Martland plantea una aproximación a la historia de Valparaíso durante el siglo XIX a través de un análisis en el cual articula la tecnología urbana, la administración municipal, las empresas privadas y la formación del Estado. En ese sentido, su hipótesis general plantea que “(…) esta ciudad fue un lugar de experimentación y adelantos no solo tecnológicos -el muchas veces citado “progreso”- sino, también, en los reglamentos de seguridad y comodidad, y en la organización administrativa y cívica1. Para su demostración, el historiador norteamericano propone una estructura cronológica basada en cinco capítulos. Ahora bien, antes de entrar en la discusión específica de cada uno, es fundamental abordar algunos elementos generales sobre la propuesta formal, epistemológica y metodológica del autor que se puede observar en la introducción y a lo largo de todo el libro. Leia Mais

La persistencia en el exilio. Redes político-intelectuales de los apristas en Chile (1922-1945) | Sebastián Hernández Toledo

La Alianza Popular Revolucionaria Americana ha sido uno de los grandes referentes políticos, intelectuales y culturales del siglo XX latinoamericano. Agrupación política peruana mejor conocida como APRA debido a sus siglas, sus discursos latinoamericanistas y antiimperialistas, su alcance simbólico, la movilidad espacial de sus representantes o su constante temporal, le ganaron un lugar en el mapa identitario de la región. Desde hace ya varios años ha surgido una nueva mirada para estudiar qué fue la APRA: cuáles fueron sus alcances, sus limitaciones y el valor que se le puede asignar dentro de la historiografía contemporánea. Dentro de esta ola de escritos encontramos el libro del novel historiador chileno Sebastián Hernández Toledo, quien analiza de modo crítico, dinámico y transnacional lo que fue la APRA entre 1922 y 1945. La obra propone profundizar en las conexiones entre apristas exiliados y los socialistas chilenos, particularmente la vida pública de los peruanos en el destierro, considerando también cuáles fueron las consecuencias en el país de acogida. Leia Mais

Un gobierno de papel. El correo y sus rutas de comunicación en tiempos de la reforma imperial en Chile (1764-1796) | J. Araneda Riquelme

Este libro es el resultado de una tesis de magíster que el autor dedicó al estudio de la construcción del sistema postal en Chile, proceso liderado por la Administración General de Correos de Santiago y sus funcionarios, en la época de transformaciones y reformas administrativas a fines del período colonial.

El estudio nos invita a adentrarnos en los intersticios de este “gobierno de papel” que en el período borbónico busca afianzar los lazos entre la metrópolis y sus colonias, vínculo que se percibe frágil, sujeto a negociaciones y atravesado por las relaciones locales del poder; aunque en esta misma fragilidad se sustenten las lógicas del poder imperial que se vuelven más restrictivas en las últimas décadas del dominio colonial. En este sentido, el correo es un vehículo idóneo para el estudio de cómo se transforman las lógicas imperiales y las prácticas locales en este período. Por otra parte, un desafío no menor es el abordaje del juego de escalas, que el autor sortea con éxito, en un análisis que logra sustentar metodológicamente la idea del archipiélago imperial. Asimismo, la investigación combina de manera airosa el estudio de las instituciones y las trasformaciones en materia administrativa y legal con la experiencia y realidad cotidiana de los actores locales, de los hombres de carne y hueso que recorrieron las nuevas rutas del correo, a merced de las inclemencias del clima, la geografía y las condiciones materiales adversas en el territorio de la Capitanía General de Chile. Leia Mais

La confederación argentina y sus subalternos: integración estatal, política y derechos en el Buenos Aires posindependiente (1820-1860) | Ricardo Salvatore

Diecisiete años después, especie de secuela de Paisanos itinerantes: Orden estatal y experiencia subalterna en Buenos Aires durante la era de Rosas, 1 Ricardo Salvatore nos propone reflexionar sobre la formación del Estado-nación en Argentina y las respuestas y experiencias de grupos subalternos a dicho proceso de naturaleza conflictiva. Centralizando su análisis en la provincia de Buenos Aires durante la era de Juan Manuel de Rosas, ya no son sólo objeto de estudio los peones de estancia y pequeños campesinos independientes, sino que versa en otros grupos: afro-porteños, pueblos indígenas, mujeres, unitarios comunes y vecinos rurales rebeldes. Al incorporar otros actores intenta entender mejor los múltiples entramados de poder y cómo fue la interacción particular de cada uno de ellos con las autoridades y una política estatal caracterizada por la ambivalencia entre coerción y persuasión. Familiarizando al lector con el tema de análisis, empieza rescatando y resumiendo los principales aportes de Paisanos itinerantes… Recuperando sus voces, acciones y memorias a partir del análisis de las filiaciones elaboradas por las autoridades militares reclutadoras, reconstruye la experiencia colectiva de peones y campesinos que formaron parte del ejército y las milicias de la provincia de Buenos Aires.

Poniendo énfasis en la cuestión militar procede describiendo los intentos del Estado rosista por controlar y ordenar la campaña. Identifica las formas de coerción y estímulos aplicados por el Estado en las unidades militares como también las estrategias de resistencia y de negociación que desarrollaron los subalternos. Entre ellas, la deserción y sus consecuentes acciones para no ser capturados, es decir, forjar una nueva identidad social y poder asentarse en una localidad. Dimensiona qué incidencia tuvo el servicio militar no sólo en la experiencia vivida sino también en nociones de pertenencia territorial e idea de nación que pudieron construir los soldados en sus participaciones bélicas en y fuera de la provincia. Esto le permite discutir con la historiografía tradicional hasta qué punto las autonomías provinciales fueron las principales protagonistas para modelar los sentidos de pertenencia de la población. Con los avances logrados puede desarrollar su concepto de “patriotismo condicional” y las formas de federalismo practicadas. Leia Mais

Desarrollo y Desigualdad en Chile (1850-2009). Historia de su economía política | Javier Rodríguez

El libro Desarrollo y Desigualdad en Chile (1850-2009). Historia de su economía política, de Javier Rodríguez, podría considerarse uno de los mayores aportes que se han hecho en el marco de la historia económica chilena en general, y sobre la desigualdad en particular. En realidad, lo es desde su título, pues su análisis versa sobre economía política, disciplina que no cuenta con muchos seguidores a nivel mundial, y mucho menos en Chile, donde predominan los estudios monetaristas que tienden a presentar los problemas económicos simplemente como ajustes o desajustes de mercado. El libro se divide en siete capítulos, más una introducción, conclusión y un apéndice metodológico. Los dos primeros capítulos son de tipo explicativos, en el sentido que otorgan un marco conceptual y contextual sobre qué debemos entender por desigualdad, su relación con el desarrollo y por qué Chile se constituye en el caso de estudio. En los siguientes, que el autor enmarca según cinco ciclos económicos (1850-1873; 1873-1903; 1903-1938; 1938-1970; 1973-2009), se entregan las claves de mercado e institucionales que incidieron en la desigualdad distributiva que alcanzaron los distintos agentes participantes en el mercado, pero también cómo éstos ejercieron y consolidaron su poder. Dos períodos son de particular importancia para la obra: los períodos que transcurren entre los años 1903-1938 y 1973- 2009. Ahora bien, el estudio plantea la revalorización de análisis que no solo tengan en cuenta el análisis neoclásico de los problemas económicos, sino que también consideren una causalidad institucional, con el objeto de estudiar los altos niveles de desigualdad presentes y cómo éstos afectarían directamente a la democracia, precisamente, en tiempos en que las demandas ciudadanas se dirigirían a que el Estado satisfaga educación, salud y seguridad. Pero no solo eso, porque el caso de Chile permitiría explicar que el desarrollo no va ligado exclusivamente al crecimiento económico y que la desigualdad no solo obedece a condicionantes objetivos del mercado. Apunta el autor es que la desigualdad en Chile sería un problema estructural, de largo aliento. Dicho lo anterior, ello no habría significado que ésta se presentara de la misma forma o con idéntica profundidad durante los casi 160 años de estudio. También se puede destacar en la obra de Rodríguez, que no sería suficiente una explicación, si se quiere neoclásica, para entender la desigualdad, sino que habría que combinar en el análisis la teoría económica y social, con el conocimiento de las circunstancias históricas. Como bien lo resume el autor en el prólogo de su obra: “Se presenta aquí un estudio histórico, sustentado en evidencia cuantitativa, de la economía política de la desigualdad del ingreso en Chile entre 1850 y 2009” (21). Vale decir, que este no es un estudio en el que se entregan y analizan datos económicos, sino que éstos se presentan y vuelven dependientes del devenir político y social del país. De ahí que se requiera un análisis desde la economía política. Un primer problema al entrar a estudiar estas materias, es que se ha preconizado desde el discurso hegemónico imperante, que la desigualdad no es un problema del mercado, ya que éste no sería más que la perfecta retribución de los distintos factores productivos, en función de la oferta y la demanda existente. La desigualdad, entonces, sería justa al representar de manera fehaciente y eficiente las diferencias de talento y de esfuerzo de cada uno de sus miembros. Por el contrario, Rodríguez –sin caer en una propuesta marxista, aunque no será extraño que más de alguno la caricaturice como tal- propone que los mercados actúan bajo la égida institucional, por lo que éstos se encuentran siempre determinados por las relaciones de poder existentes entre sus agentes. Se propone así demostrar que “aquellas instituciones más antiguas y resilientes –como el régimen oligárquico o la hacienda- no solo han incidido en la distribución del ingreso sino que se han visto afectadas por el conflicto social que las alimentaba (…) Indagaremos también sobre la forma en que el crecimiento económico –con sus ciclos de expansión y recesión-, la urbanización o el cambio estructural, han afectado la distribución de los ingresos; pero también cuál ha sido el papel del Estado, y más en general, de las políticas públicas, en el reparto de los costos y beneficios inherentes a dichas transformaciones. Ello nos permitirá demostrar que fenómenos como el crecimiento, la globalización o el cambio estructural, no solo no tienen resultados obvios sobre la distribución del ingreso, sino que su incidencia depende de las características históricas que asumen y, en particular, de cómo interactúan con las políticas públicas y las relaciones entre los actores sociales, las que adoptan muchas veces una forma conflictiva e, incluso, violenta” (29). Un segundo problema que se observa al intentar estudiar la desigualdad en el largo plazo, es que son escasos los estudios y, sobre todo, la falta de fuentes confiables anteriores a 1950. Así de las tres estrategias más utilizadas que se observan en la literatura para la reconstrucción estadística, entre ella, el análisis de los top incomes, índices de ratios de dos magnitudes y el uso de la antropometría, Rodríguez no se queda con ninguna. Por lo mismo, realiza una reconstrucción estadística del material existente, aunque elaborando al mismo tiempo una base empírica que le permita establecer tendencias en el mediano plazo, así como alcanzar un análisis de la distribución del ingreso en el largo plazo. En particular, el autor elabora series de desigualdad entre 1860 y 1970, las cuales vinculadas con los datos de las encuestas de hogares, le permitió obtener una imagen de las tendencias asumidas por la desigualdad en un siglo y medio de historia. Entonces, construyendo tablas sociales dinámicas que tienen en cuenta cantidades de personas como ingresos, entre diversos sectores sociales y económicos, le permite argumentar respecto a la desigualdad entre distintas categorías sociales, aunque no tanto al interior de las mismas, pues es difícil su desagregación. En este sentido, una tabla dinámica podría no ser del todo correcta para determinar la desigualdad en un año concreto, pero sí podría perfectamente presentar una imagen fidedigna de lo que ocurrió en el mediano y largo plazo. Con todo, no habría que ignorar que, en Chile, la desigualdad se explica, principalmente, por la diferencia en la propiedad de los factores de producción, y no sería extraño pensar que incluso la no desagregación por categorías incidiría mucho más en subestimar la riqueza de las élites que, por ejemplo, de campesinos o asalariados. Ciertamente, porque la élite económica chilena, durante gran parte de la historia, ha poseído activos en forma transversal: mineros, bancarios, industriales y agrícolas. En rigor, el planteamiento de Rodríguez tiene dos ideas matrices. Primero, que, pese a la desigualdad estructural existente, según el momento que se analice, “Chile combinó más o menos crecimiento económico con deterioro o mejora en la distribución con salarios más o menos crecientes o con un sector externo muy o poco dinámico” (88). Segundo, el rol que ha cumplido el Estado chileno en tanto organismo que ha logrado delinear la desigualdad, pues éste se constituyó en modelador de la distribución primaria de mercado1. Por una parte, las menos de las veces, como reductor de la desigualdad (durante el I.S.I.), en tanto dispensador de beneficios sociales y árbitro de las relaciones de poder; de otra, como potenciador de las desigualdad, en la medida que permitió que los agentes económicos empresariales impusieran su propia institucionalidad o que influyeran directamente en ella, cuestión que se habría acentuado ostensiblemente en dos períodos: primero, en lo que va entre los años 1903-1938; y segundo, entre 1973 y 1986. Ambos períodos en los que la democracia no habría tenido lugar, esto es, a principios de siglo XX, bajo un sistema oligárquico, y luego durante la Dictadura Militar. Habrían sido, entonces, esos los momentos en los que la élite volcó a su favor el peso normativo y coercitivo del Estado2. Ahora bien, sería un error plantear que en los otros ciclos económicos la desigualdad no existió. Todo lo contrario, pues como se planteó anteriormente, la desigualdad sería un elemento de largo plazo en Chile. Así, entonces, lo que Rodríguez quiere hacer notar es que, pese a ello, ambos períodos supusieron una reversión a las tendencias de mejora de distribución que se habían producido en décadas anteriores, principalmente mediante dos vías: negando o imponiendo mediante la fuerza un nuevo régimen laboral, como ocurrió durante el período oligárquico y la dictadura militar respectivamente. O bien, la privatización de los recursos públicos en contextos de corrupción u opacidad manifiesta. Da cuenta así Rodríguez, de cómo, por una parte, las reivindicaciones obreras fueron acalladas con masacres durante los primeros años de siglo XX, logrando disminuir el número de huelgas para el período; o cómo durante la dictadura se modificó el Código del Trabajo, prohibiendo así el derecho a huelga o la huelga inter-empresa. Por otra, el autor explica de qué manera las tierras de la región de la Araucanía fueron usurpadas por la élite, pero recubiertas por la corrupción como la opacidad, tal como aconteció durante las privatizaciones de la dictadura durante la década de 1970 y a fines de 1980. En efecto, la tesis que se sostiene es que el vínculo élites-Estado habría contribuido fundamentalmente a una distribución regresiva del ingreso, afirmación que vendría a cuestionar lo propugnado, sobre todo en Chile, de que ha sido el Estado el principal responsable –histórico- de no haber alcanzado el desarrollo y de haber puesto un freno al libre mercado. De hecho, se ha afirmado recurrentemente que las elites empresariales chilenas, una vez rotas las cadenas con el “Estado Socialista”, pudieron desplegar su capacidad empresarial. La Revolución Capitalista que habría operado desde 1973 en adelante, y que habría significado un crecimiento económico nunca antes visto durante los gobiernos democráticos, sería una demostración manifiesta de este hecho. Pero no, el estudio de Rodríguez no hace más que demostrar que los períodos de mayor desigualdad en Chile ocurrieron cuando, primero, parafraseando a Moulian, el Estado fue una continuación de la hacienda, o segundo, cuando éste fue despojado de sus bienes y/o aplicando el miedo y la fuerza a los trabajadores. La idea central planteada por Rodríguez, entonces, y más allá del caso chileno, es que son las fuerzas de mercado, el proceso social y político, pero, ante todo, las relaciones de poder entre los agentes, los que producen los ganadores y los perdedores del proceso productivo. Situación de desigualdad que aumentaría proporcionalmente, al menos en el caso chileno, en la medida que la élite logró controlar el Estado institucionalmente. Sea por control directo o porque logró incidir de manera manifiesta en la legislación. De esta manera, prueba que incluso en momentos en el que las fuerzas del mercado actuaron con mayor independencia de la institucionalidad, fue la “institucionalidad elitista” la que en el ciclo siguiente reconfiguró el mercado, por cierto, para su mayor beneficio. “Y en el caso concreto de la desigualdad en Chile, la importancia de la larga duración no debe subestimarse (…) El deterioro de la distribución del ingreso ocurrido durante la dictadura constituye en realidad el último episodio de una serie en que el Estado ha asumido un papel activo en la promoción de la desigualdad. Ello es consecuencia del control que la élite ha tenido sobre el aparato fiscal desde la Independencia –capacidad que se origina, a su vez, en la Colonia. Este le ha permitido incidir en su beneficio en la conformación de las instituciones políticas y económicas que, junto a las fuerzas del mercado, determinan la distribución del ingreso” (264). Con todo, a mi juicio, lo más valioso del texto de Rodríguez, no solo es que su excelente análisis permite comprender las causas históricas de la desigualdad en Chile, sino que también éstas explican el presente. Esto permitiría comprender que, en Chile, ha sido la élite la que, junto a un mercado concentrado, donde predominan los oligopolios, ha contribuido a delinear la desigualdad, sin importar mayormente el período que se haga mención, pese a que en algunos ciclos su presencia ha sido mayor y más decisiva, logrando con ello que la distribución sea aún más regresiva. Eso explicaría que, en la actualidad, bajo gobiernos que nadie podría catalogar de oligárquicos, se han consolidado las brechas de desigualdad por más que muchas de éstas se encuentren afincadas en amarres económicos constitucionales de la dictadura (Gárate, 2012). A decir verdad, lo que Rodríguez hace es invitar a los lectores, y a los chilenos en particular, a entender que no solo trata de crecimiento, mercado o institucionalidad, por separado. Se trata, en términos mucho más profundos, de entender que el modelo de desarrollo económico está directamente interrelacionado con la democracia. “Por ello, quiénes desde las calles, la academia, la sociedad civil o los partidos políticos, denuncian hoy la elevada desigualdad que caracteriza a la sociedad chilena, reclaman mucho más que una reforma tributaria, mayor gasto educativo, mejores pensiones o una nueva ley sobre la financiación de las campañas electorales; están pugnando, en realidad, por un cambio en el modelo de desarrollo que dé lugar a una sociedad más justa y a una mejor democracia. Si habrán, o no de conseguirlo, el tiempo lo dirá” (268). Leia Mais

Ciudad de voces impresas. Historia cultural de Santiago de Chile, 1880- 1910 | Tomás Cornejo

Las repercusiones de un asesinato, ocurrido en 1896, son la excusa que Tomás Cornejo utiliza como plataforma de observación histórica para analizar el surgimiento de nuevos circuitos culturales en la capital chilena entre 1890 y 1910. La muerte de Sara Bell (y las implicancias de su pareja, de la empleada doméstica y amante del asesino, del juez del caso, de la Policía, etc.) permite estudiar las formaciones discursivas, los distintos géneros escriturales, sus autores y productores y, especialmente, los receptores de esas publicaciones que caracterizaron a la cultura santiaguina a fines del siglo XIX y en la primera década del XX. Sin embargo, no se trata de un trabajo de historia cultural cerrado, es decir, donde los objetos de investigación son autosustentables y se explican por sí mismos; por el contrario, el autor da cuenta de qué forma el asesinato que origina la investigación, solo se entiende en el contexto posterior a la guerra civil de 1891, que fue el escenario que ambientó la discusión sobre esa muerte trágica.

El primer capítulo aborda la situación de Chile en el cambio de siglo, con particular énfasis en el clima político y las transformaciones sociales que vivió la sociedad del período. Esta parte del libro, que se podría decir oficia de introducción, cumple con lo que se señaló más arriba y es la necesaria relación entre un contexto y los artefactos culturales a trabajar, para plantear que es imposible entender la aparición de estos últimos sin tomar en cuenta la coyuntura. Leia Mais

Construyendo un sujeto criminal. Criminología, criminalidad y sociedad en Chile. Siglos XIX y XX | Marco Antonio León León

Asistimos desde los años noventa a un creciente interés por la historia del delito y el castigo en América Latina. Objeto hasta entonces infrecuente en la historiografía latinoamericana, muchas veces pensado y asumido como un tema propio del mundo del derecho, han ido progresando los trabajos que ponen la atención en las transformaciones en la criminalidad y el castigo. Es así, por ejemplo, que son notorios los avances en los estudios sobre las prisiones en el continente, especialmente en el último cuarto del siglo XIX y comienzos del XX. Sin dudas se ha convertido en un referente en esta materia el estudio de Marco Antonio León León sobre las cárceles chilenas “Encierro y corrección. La configuración de un sistema de prisiones en Chile, 1800 – 1911” publicado en el año 2003. De alguna manera, la aparición del libro “Construyendo un sujeto criminal. Criminología, criminalidad y sociedad en Chile. Siglos XIX y XX” de este investigador da continuidad a esta obra confirmando la idea de Ricardo Salvatore que es desde la punición que metodológicamente debe partir cualquier indagatoria sobre la historia del delito. Leia Mais

Gobernar la pobreza. Prácticas de caridad y beneficencia en la ciudad de Santiago, 1830-1890 | Macarena Ponce de León

La publicación que reseñamos se enmarca en un ámbito de investigación que tradicionalmente había sido objeto de estudio de los trabajadores sociales y de los cientistas políticos. Nos referimos a las políticas sociales. Si la formación disciplinaria del Trabajo Social exigía estar atento a las acciones públicas y privadas que configuraron los ámbitos de su desarrollo profesional, para las Ciencias Políticas el estudio de las políticas sociales era la marca distintiva en la consolidación de su perfil técnico y de asesoría directa al poder del Estado. Para la historiografía de los últimos años son un signo modernizador de la sociedad y una entrada para estudiar de manera problematizadora la constitución de actores, la construcción de saberes, la gestión de los problemas sociales y el desarrollo de instituciones de intervención1.

La investigación de Macarena Ponce de León es un avance con respecto a los distintos estudios que habían situado el origen de las políticas sociales en la década de 1920 2. La autora se propone explorar la labor desarrollada por sectores de la elite en pro del mejoramiento de las condiciones de los pobres y las modalidades asociativas que se dieron para cumplir con ese mandato. Ofreciendo un estudio del andamiaje institucional sobre el cual se construyó la beneficencia privada y pública, aborda la evolución de lazaretos, dispensarios, hospicios y hospitales en el marco de la racionalización de la atención médica, como resultado del reconocimiento social de los médicos y los avances del higienismo. Toda esta especialización de la atención medical supuso un doble proceso de diferenciación de los pobres. Primero, separando la enfermedad de la pobreza, con lo cual se focalizó la atención en aquellos sujetos factibles de ser rehabilitados: mendigos que podían aprender un oficio, mujeres abandonadas y niños huérfanos. En una lógica que mezclaba la prevención y el interés regenerativo a través del trabajo, se buscaba romper con el círculo de la pobreza. Segundo, diferenciando los pobres desvalidos de aquellos que en situación de pobreza estaban en condición de proveerse su propio sustento, es decir eran válidos para el trabajo. Las distintas reglamentaciones persiguieron la vagancia y mendicidad o fueron sometidas a un estricto control, ofreciendo un sistema de rehabilitación a través de la cárcel y el trabajo forzado. Leia Mais

Chile en ruta al capitalismo. Cambio, euforja y depresión 1850-1880 | Luis Ortega Martínez

O hay duda de que Luis Ortega es uno de los mejores estudiosos de la economía chilena del siglo xrx, a la que ha dedicado diversas investigaciones monográficas, que ahora le han servido de base para una buena síntesis.

El planteamiento esencial es que la economía tuvo una etapa de empuje inicial que aseguró una prosperidad; pero la modernización técnica para superar los métodos tradicionales solo quedó a medias. Además, y éste es un punto de vista muy interesante, el desarrollo social, que debió correr a parejas con una nueva economía, quedó estancado. No hubo un paralelismo en las relaciones sociales ni un desenvolvimiento que abordase al trabajo y al consumo. Leia Mais

Los Cazadores Después del Hielo – MASSONE (C-RAC)

MASSONE, Mauricio. Los Cazadores Después del Hielo. Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2004; pp. 173, Santiago. Resenha de: PÉREZ, Christian García.. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.2, p.272-274, dic. 2005.

Después del retiro de los hielos durante el Pleistoceno final y antes de que se formara completamente el estrecho de Magallanes por el alza de los niveles marinos, animales y seres humanos alcanzaron Tierra del Fuego y dejaron trazas materiales de su paso en la cueva de Tres Arroyos 1, ubicada en el norte de la actual Isla Grande. Hasta esta apartada región arribó, en 1981, el arqueólogo Mauricio Massone Mezzano, entonces parte del Instituto de la Patagonia, con la esperanza de elegir un área de la isla y un tema de investigación. Estas tareas lo llevaron a realizar prospecciones en la estancia Tres Arroyos, cerca de la localidad fronteriza de San Sebastián, lugar que le depararía años de fructíferas investigaciones, cuyos resultados más importantes se entregan en el libro que aquí reseñamos.

Organizada en diez capítulos, esta obra es el resultado de la tesis de Magíster en Arqueología (Universidad de Chile) del autor, quien a través de sus páginas nos presenta las evidencias e interpretaciones que señalan que los materiales arqueológicos de Tres Arroyos 1 son una manifestación cultural de la modalidad de cazadores tempranos, denominada Fell 1, originalmente descubierta en la zona volcánica oriental de Pali Aike por Junius Bird y más tarde en la provincia de Última Esperanza por Hugo Nami.

Tal como se explica en el capítulo I, las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1983 y más tarde en 1986 en Tres Arroyos 1, proporcionaron al autor las primeras dataciones radiocarbónicas para un contexto arqueológico de cazadores tempranos en Tierra del Fuego, así como evidencias que podían relacionarlo con otros sitios arqueológicos de Patagonia meridional. De paso, los resultados obtenidos renovaron el interés por discutir el cambio cultural y la continuidad, en un ambiente donde la existencia de un antes y un después en la formación del estrecho y de la isla de Tierra del Fuego, ofrece un laboratorio para la puesta a prueba de diferentes hipótesis.

Producto de la importancia de los hallazgos y comprendiendo que había pesquisado los restos materiales de una antigua curva en el tiempo, el autor interrumpió los estudios de campo por diez años, a la espera de constituir un proyecto de investigación integral sobre el hombre temprano y el paleoambiente, reunir un equipo de investigadores y gestionar los recursos necesarios. Dicho proyecto, que fue llevado a cabo entre 1996 y 1999, generó resultados que permitieron no sólo entregar una interpretación del contexto de la ocupación inicial del sitio, sino también inscribirlo dentro del proceso de poblamiento temprano de América y puntualmente de Patagonia, tal como se expone a lo largo de toda esta obra.

Una muestra del papel que le caben a las ocupaciones tempranas de Tres Arroyos 1 en el proceso del poblamiento inicial del territorio patagónico, puede obtenerse de la lectura del capítulo 2, donde se ofrece al lector una actualizada síntesis de la historia de la investigación paleoambiental y arqueológica del Pleistoceno final en Magallanes y Tierra del Fuego, con especial referencia a la modalidad de cazadores tempranos Fell 1. De particular interés para el autor son los avances en la investigación arqueológica y paleoambiental de la zona durante la década de los ochenta y noventa del siglo recién pasado, debido a que permitieron el planteamiento de nuevos temas de investigación, como la exploración de la presencia de fauna pleistocénica extinguida y grupos paleoindios en Tierra del Fuego. Sin embargo, el escaso acercamiento existente entre los estudios paleoambientales y arqueológicos, hacía necesario establecer puentes que aproximaran ambos conocimientos con el objeto de emprender la exploración del poblamiento temprano de la región, labor que llevaría a cabo el autor con su proyecto de investigación entre los años 1996 y 1999 sobre “Hombre temprano y paleoambiente en Tierra del Fuego”.

Una revisión de las posiciones teóricas y de los conceptos utilizados en la arqueología americana en la investigación del poblamiento temprano del continente, se entrega en el capítulo III, con el objeto de situar la discusión acerca de este proceso en Tierra del Fuego. Teniendo presente que las ocupaciones humanas de las que trata esta obra se circunscriben al período anterior a la formación del estrecho de Magallanes, en algún momento de la transición Pleistoceno-Holoceno, la elección del autor de algunos tópicos teóricos resultan interesantes de considerar, debido a que plantean nuevas interrogantes para futuras investigaciones. Entre estos destacan la discusión en torno a si el poblamiento de Tierra del Fuego resultado del arrinconamiento de las poblaciones en el extremo del mundo o de la elección a través de decisiones adaptativas, o si las ocupaciones de Tres Arroyos 1 se inscriben en la dinámica de territorios de borde.

Considerando que el objetivo central de este libro es dar cuenta del contexto cultural y paleoambiental de las primeras ocupaciones del sitio Tres Arroyos 1, en el capítulo IV, el autor expone sus objetivos específicos de investigación, su estrategia de estudio y la conformación de un equipo multidisciplinario que estuvo a cargo del análisis e interpretación de los materiales culturales y de la evaluación de las condiciones paleoambientales, elementos que le permitieron a la postre plantear dicho contexto en este libro.

El capítulo V sobre los cazadores tempranos de Tres Arroyos 1, constituye la exposición sintética de los antecedentes ambientales y culturales relacionados a las ocupaciones tempranas del sitio, los que son más tarde expuestos con mayor detalle por el autor. Particularmente, los datos arqueológicos aquí presentados sobre fogones, artefactos líticos y óseos, restos faunísticos y de materiales colorantes, sus características y el conjunto de dataciones radiocarbónicas a los que están asociados, constituyen el núcleo de la argumentación en relación a su participación en la modalidad cultural de cazadores tempranos Fell 1.

El capítulo VI, titulado “En torno al fuego”, presenta un análisis espacial intrasitio basado en cinco estructuras de combustión registradas en Tres Arroyos 1, el que sin duda representa el aspecto más relevante y novedoso del libro. Relevante, por los alcances interpretativos que su ejercicio permitió al autor, así como por la información inédita que se entrega, y novedoso, debido a que los análisis de las plantas de excavación de los fogones tienen el mérito de ensayar una metodología imaginativa (definiendo áreas de influencia cercana, radios intermedios y zonas alejadas), para vislumbrar qué tipo de actividades se llevaron a cabo en torno al fuego y cómo se estructuran espacialmente los restos culturales en relación a cada uno de los fogones. Los análisis espaciales en los planos vertical y horizontal de los materiales culturales asociados a las estructuras de combustión, plantean, a su vez, elementos para discutir la conservación y alteración de los depósitos, las asociaciones de artefactos y basuras con los fogones, así como vislumbrar muy someramente la segregación de actividades temporalmente diferenciadas y múltiples ocupaciones, aun cuando el autor descarta la posibilidad de identificar eventos singulares en el tiempo. Finalmente, estos análisis son complementados con la integración y comparación con datos arqueológicos sobre los fogones de otros sitios tempranos participantes de la modalidad cultural Fell 1, como son Fell, Pali Aike, Cueva del Medio y Lago Sofía 1, ofreciendo la posibilidad de observar similitudes y diferencias en estos rasgos arqueológicos.

En el capítulo VII, se exponen los resultados de los análisis de los artefactos líticos y óseos, así como de restos de colorantes. De particular importancia resultan los análisis de la industria lítica, labor realizada por el arqueólogo Donald Jackson, debido no sólo a que proporcionan antecedentes sobre fragmentos de puntas del tipo cola de pescado (reconocidas como indicadores diagnósticos del Paleoindio sudamericano y de la modalidad cultural Fell 1), sino que muestran la presencia en las ocupaciones de aprendices de talla lítica y la utilidad del análisis de remontado de piezas líticas para la inferencia de las actividades en el espacio interior del alero.

Igualmente importante, la información respecto a los artefactos óseos, muestra una temprana producción de adornos, como cuentas de collar, lo que, sumado al registro de colorantes, ofrece una mirada a posibles prácticas de ornamentación, las cuales tendrían entonces una larga presencia en la zona.

El capítulo dedicado a los materiales arqueológicos no sólo informa y discute la organización espacial de los materiales al interior del sitio, sino también los pone en el contexto de los datos arqueológicos obtenidos en otros sitios relacionados a la modalidad Fell 1 de Magallanes y de la provincia de Santa Cruz en Argentina, ofreciendo de esta manera una visión general de las similitudes y diferencias en la cultura material de estas poblaciones.

Por otra parte, el capítulo VIII, donde se exponen los resultados de los análisis faunísticos, no sólo resulta interesante por la presencia de fauna extinguida, como el caballo (Hippidion saldiasi) o el milodón (Mylodon sp.), sino también por la presencia de otros animales menos conocidos pero igualmente extinguidos, como una especie de zorro (Dusicyon avus) y un camélido de mayor tamaño que el guanaco actual (Paleolama sp.). En este sentido, resulta muy valiosa la presentación de fechas taxón en varias de estas especies, debido a que permiten precisar no sólo su relación con el contexto cultural, sino también su posición cronoestratigráfica en Tierra del Fuego. Igualmente interesante resulta la discusión con respecto a la posibilidad de caza del milodón, que se opone a otras opiniones (como la de Saxon y Borrero) y plantea una alternativa de caza y consumo de este animal.

En el siguiente capítulo IX, una vez que se ha revisado los antecedentes arqueológicos de Tres Arroyos y las posibles relaciones con otros sitios de Patagonia meridional, se da cuenta de los elementos que componen la tradición cultural Fell 1 en Magallanes y Tierra del Fuego. Probablemente, este es otro de los grandes méritos de este libro, el definir geográfica, temporalmente y materialmente una tradición cultural temprana de cazadores recolectores en Patagonia y Tierra del Fuego.

La definición de esta unidad cultural, más allá de las diferencias de los contextos arqueológicos, permite generar expectativas sobre el registro arqueológico, así como plantear nuevas hipótesis sobre diferentes aspectos de esta tradición cultural que deberían incidir, desde mi opinión, en la incorporación y explicación de la variabilidad de estas poblaciones tempranas, tema que no es abordado en este libro.

Finalmente, en el capítulo X se exponen las proyecciones futuras de investigación, particularmente relacionadas con la investigación de temas sobre los cuales no se dispone de mucha información en la actualidad, tal como la complementación alimenticia por medio de la recolección de vegetales y moluscos, el papel de los roedores en la dieta, la necesidad de contar con sitios abiertos que muestren la variabilidad de las actividades de las poblaciones tempranas, la discusión de cuáles son los criterios para abordar el poblamiento de una zona de borde, la necesidad de contar con técnicas de excavación y registro de grano fino que puedan ser comparables, etc.

Tal vez el único tema futuro no sugerido por el autor sea el relacionado a la calibración de las dataciones radiocarbónicas con el objeto de normalizar el tema de la temporalidad en los estudios de la prehistoria patagónica. En síntesis, se trata de una obra que expone claramente los procesos naturales y culturales que han actuado en la formación del sitio de Tres Arroyos 1, entregándonos los elementos para juzgar como lectores los alcances de las interpretaciones del autor. En este sentido, constituye un aporte al conocimiento y discusión sobre las poblaciones de cazadores recolectores tempranos de Patagonia, así como del poblamiento americano. Sólo resta felicitar al autor por su trabajo y recomendar la lectura de esta obra a todos aquellos interesados en el proceso de poblamiento humano de este confín de la Tierra.

Christian García Pérez – Programa de Magíster en Antropología, Universidad de Tarapacá-Universidad Católica del Norte, Arica, Chile. E-mail: korgull69@yahoo.es

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Cartas a Manuel Montt: Un registro para la Historia Social de Chile (1836-1869) | Marco Antonio León

Interesante, desde muchos puntos de vista, es la publicación realizada por León y Aránguiz, aunque no hay ninguna novedad espectacular. Diversos aspectos de la vida pública entre los años indicados muestran la existencia real entretejida por los personajes, como siempre ocurre en las manifestaciones epistolares.

Un primer conjunto de cartas es de Joaquín Prieto en su calidad de Comandante General de Armas de Valparaíso, después de haber ejercido la primera magistratura. El contenido es de menudencias administrativas, asuntos relativos a la Iglesia, más concretamente sobre eclesiásticos, orden público, intervención electoral, etc. Entre los personajes desfilan Francisco de Paula Taforó “virtuoso y hábil”, el cónsul británico en Perú, Hugo Wilson, pájaro de cuenta que había actuado en la sombra como agente del protector Andrés de Santa Cruz y que seguía urdiendo planes para su restitución al gobierno boliviano, todo ello en 1845; “el joven Bilbao” ocultándose antes de partir al extranjero. Leia Mais

De la ‘regeneración del pueblo’ a la huelga general | Sergio Grez Toso

Hace veinticinco años publiqué una historia de Chile en inglés. Había revisado las historias generales y las monografías chilenas y también las obras escritas en Estados Unidos y en Europa, sobre todo en Inglaterra. No obstante escribí: “Historical treatments of the origins, character, and evolution of the Chilean labor movement in the early nineteenth century remain extremely fragmentary”. (“El tratamiento histórico del origen, carácter y evolución del movimiento obrero a comienzos del siglo diecinueve es aún extremadamente fragmentario”). Cuando se publicó la segunda edición del libro en 1988 no había motivos para cambiar esa frase. Sin embargo, cuando estaba por salir la tercera edición (hacia fines del 2000 ) se había producido un renacimiento de los estudios históricos en Chile, incluyendo el tema de los movimientos sociales y laborales del siglo XIX, lo que ha implicado autoadministrarme un cursillo de “postgrado” sobre el artesanado, las mutuales y el cooperativismo, la luchas campesinas y mapuches y el movimiento sindical obrero chileno, leyendo las investigaciones de académicos como José Bengoa, Eduardo Cavieres, Eduardo Devés, Baldomero Estrada, Cristián Gazmuri, Alvaro Góngora, María Angélica Illanes, Luis Ortega, Julio Pinto, Jorge Rojas F., Rafael Sagredo, Gabriel Salazar, René Salinas, Luis Valenzuela, Jaime Valenzuela y Sergio Villalobos. Por su influencia en la historiografía chilena, habría que agregar a la lista al argentino Luis Alberto Romero. Seguramente hay mucho más que leer. Espero que me perdonen los autores que no he mencionado por no haberlos alcanzado todavía a incluir en mi reeducación histórica. Leia Mais

Historia General de Chile – ARANA (RCA)

ARANA, Diego Barros. Historia General de Chile. Santiago: Editorial universitária y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2000. Resenha de: RODRÍGUEZ, Mario Orellana. Revista Chilena de Antropologia, n.15, p.169-172, 1999.

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